Escritores aficionados al alcohol

Algunos de los escritores más importantes han pasado a la historia por a su afición a las bebidas espirituosas. En el artículo de hoy repasamos algunos hábitos de los grandes literatos a la hora de ingerir alcohol.

Ernest Hemingway

Ernest-HemingwayHemingway (1899-1961) nunca ocultó su afición por la bebida. Se dice que bebía un mojito diario, aunque al ser diabético, prefería bebidas menos dulces. Su favorita era la absenta, que tomaba mezclada con champán. Él mismo nos dejó su receta: “Pon un dedo de absenta en una copa de champán. Añade champán helado hasta que coja una consistencia irisada y lechosa. Bebe de tres a cinco copas lentamente”. Tras sufrir un accidente de avión, se refugió en el alcohol para sobrellevar el dolor que le causaban las heridas, lo que agravó profundamente el trastorno bipolar que padecía.

Truman Capote

A Truman Capote (1924-1984) le encantaba beber mientras trabajaba. Empezaba la tarde a base de té y café y la terminaba con Martini. Se comenta que mientras trabajaba en «A sangre fría» bebía tres martinis dobles al día. Su frenético ritmo de vida le impedía pasar mucho tiempo alejado del alcohol y las drogas. En una ocasión le preguntaron qué sucedería si alguna vez llegaba a dejar el alcohol, a lo que contestó: “La respuesta obvia es que me suicidaré, de manera involuntaria”. Y efectivamente, murió de cáncer de hígado a los 59 años.

Raymond Chandler

Chandler (1888-1959) no sólo bebía mientras escribía, Raymond-Chandleres que si no lo hacía no podía escribir. Mientras escribía el guion de «La dalia azul» tuvo que explicarles a los productores que sólo podía superar su bloqueo escribiendo totalmente borracho. Aunque parece que beber no le sentaba nada bien, ya que se ponía muy pesado y amenazaba con suicidarse: al día siguiente, no recordaba nada. En los años 30 lo echaron de su trabajo por beber demasiado, amenazar con suicidarse y acostarse con la mitad de sus compañeras de trabajo.

Edgar Allan Poe

De Poe (1809-1849) se cree que no era tanto la afición que le tenía al alcohol, sino su pésima resistencia al mismo. Beber le estimulaba, pero también le sentaba fatal. Su bebida predilecta era el licor de huevo, compuesto por siete huevos, leche azucarada, brandy, nata y nuez moscada. La mayor parte del dinero que ganaba se lo dejaba en los bares, y en alguna ocasión fue despedido por su afición al alcohol. Poe fue hallado en estado de “delirium tremens”, cayó en coma y falleció tres días después.

William Faulkner

Para Faulkner (1897-1962), escribir y beber estaba directamente relacionado. Al Nobel de Literatura le gustaba escribir con una botella de whisky siempre a mano, y si era Jack Daniels, mucho mejor. Solía mezclarlo con azúcar, hielo y hojas de menta machacadas. La receta de este cóctel, así como el vaso de metal en el que solía beberlo se pueden encontrar todavía en su casa.

Oscar Wilde

Oscar-WildeWIlde (1854-1900) se aficionó a la absenta durante su exilio en Europa, tras salir de la cárcel. Se pasaba el día vagabundeando por las calles y gastando el poco dinero que tenía en alcohol, champán, su bebida favorita. Le gustaba tanto, que le sirvió como analgésico en su lecho de muerte: eso sí, mezclado con opio.

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