El Cliffhanger

Cliffhanger: qué es y cómo utilizarlo

Un cliffhanger es un recurso narrativo que suele usarse al final de un capítulo o de una escena en la que se coloca al protagonista (o a un grupo de personajes), en una situación extrema con gran tensión dramática para generar suspense y enganchar al lector dejándola interrumpida, con el objetivo de crearle la necesidad de conocer el resultado en el siguiente capítulo o entrega.Cliffhanger: qué es y cómo utilizarlo

Cliffhanger es una expresión inglesa que podría traducirse como «colgando del acantilado». Un cliffhanger genera suspense y sirve para enlazar los capítulos, además de crear cierta fidelidad ya que se recuerdan más las tramas interrumpidas que las acabadas. Hay que elegir muy bien el momento de utilizarlo:

1. Cuando el protagonista está en un momento de máximo peligro o incluso a punto de perder la vida. Sirva como ejemplo esta escena de mi primera novela, «Dios está de vacaciones», en la que Lázaro, el protagonista, es sorprendido por el alcaide de la prisión en la que cumple condena y lo castiga severamente:

«Lo primero que hicieron fue pegarme ese repugnante esparadrapo en la boca para que estuviera callado. Después me hincaron de rodillas en el suelo, estiraron de mis brazos hacia atrás y ataron mis muñecas a los tobillos con las cortantes bridas que se clavaban en mi piel. Lo peor vino después: hicieron un lazo con la cuerda y la colocaron en mi cuello. El otro extremo ya se deslizaba por una de las ramas del árbol izándome por el aire y oprimiendo mi garganta provocándome asfixia. En ese momento colocaron un pequeño taburete bajo mis rodillas de manera que descansaran sobre él, descargando ligeramente la presión sobre el cuello. A pesar del pequeño alivio sentía que me ahogaba, y mis rodillas intentaban mantener el peso de mi cuerpo sobre la banqueta evitando a malas penas que quedara colgado por el cuello y me ahorcara. Con el forcejeo y la dolorosa posición a la que estaba sometido las bridas apretaban cada vez más las muñecas y tobillos, y ya empezaban a sangrar. Eso hacía que temblara aún más y la inestabilidad de mis rodillas se acentuara. La postura era insoportable. Luchaba por no quedarme colgado del árbol, por no caer del taburete, por que las bridas no continuaran cortándome la carne y sobre todo por respirar, que cada vez me costaba más. Inspirando solo por la nariz, el aire entraba cada vez con más dificultad a mis pulmones».

No es que haya que dejar al protagonista “literalmente colgado”, esta solo es una muestra para ilustrar un primer modelo de cliffhanger.

2. O en una escena en la que está ocurriendo un momento de tensión y que dejo sin resolver. Un ejemplo de mi segunda novela, «La lluvia sobre la seda».

«Cuando Abigea acudió a por su hija, esta parecía decantarse por permanecer junto a Jesús y María, pero su gesto desaprobatorio hizo que Zahel regresara con sus padres, aunque para ello tuviera que llevársela a rastras. Zahel, con lágrimas en los ojos pero en completo silencio, se despidió de ellos con una mirada tan triste y llena de rabia al mismo tiempo que Jesús empezó a convencerse de la verdadera naturaleza de su problema».

Como ves, a veces el cliffhanger puede ocupar gran parte de un capítulo, y otras una simple frase o párrafo. Es más inquietante no resolver ese momento de tensión en el siguiente capítulo. Si entremezclas escenas crearás ansiedad en el lector y la necesidad de querer saber qué ocurre. Pero tan importante como crearlo es resolverlo, por lo que no debes dar una resolución forzada o la escena interrumpida perderá interés y correrás también el riesgo de perder al lector.

Pero cuidado con abusar de esta técnica. No cierres todos los capítulos con un cliffhanger, ya que estarás desvelando la estructura de tu novela y se hará tan obvia para el lector que perderá la tensión que pensabas crear. Es muy importante saber jugar con la tensión narrativa, pues eso será lo que mantenga al lector enganchado sin acordarse de bajar la basura.

Siempre podrás hacer un cliffhanger de acción en una novela de aventuras, policíaca, pero no es lo más adecuado en una novela intimista, por ejemplo. En estos casos lo mejor es introducir elementos sorpresivos.

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